¿Cómo eran los Ammonites?

¿Cómo eran los ammonites? Posible reconstrucción

En esta entrada vamos a dar algunas pistas sobre cómo eran los ammonites. Resulta paradójico que siendo uno de los grupos fósiles más estudiado sigamos sin conocer cómo era el animal que ocupaba esas conchas.

Pero antes de hablar de su aspecto conviene explicar primeramente de qué animal estamos hablando.

¿Qué son los ammonites?

Los ammonites son cefalópodos primitivos extintos que tenían una voluminosa concha externa.

Esta era un tubo calcáreo que en muchos casos se iba enrollando formando una espiral plana. Estaba tabicada de modo que ese tubo estaba compartimentado formando una sucesión de cámaras y el animal se alojaba en la última.

Su cuerpo estaba anclado a ella mediante unos músculos que poseía en la parte posterior. También le permitían retraerse al interior de la concha o asomarse al exterior.

Las cámaras y los tabiques estaban atravesados por un órgano cilíndrico de pequeño diámetro (el sifón o sifúnculo) que partía de la parte posterior del cuerpo del ammonite. Por un mecanismo de presión osmótica era capaz de extraer agua de las cámaras y rellenarlas de gas.

Posible anatomía ammoniteIlustración 1. Corte de una concha de ammonite y posible anatomía del animal. De la concha solo sobresaldría la cabeza con los tentáculos. Obsérvese el sifón que partía de la parte posterior del cuerpo y atravesaba todas las cámaras. Era el órgano encargado del vaciado de líquido para ajustar la flotación del animal.

El resultado final era que controlando la cantidad de agua y gas que había en las cámaras, el ammonite conseguía flotar sin esfuerzo a cualquier profundidad. Era pues un pequeño submarino.

Por tanto, la concha tenía dos funciones principales: como órgano regulador de la flotabilidad y como refugio, ya que, en caso de peligro, el ammonite podía replegarse al interior de su concha.

Generalidades de los cefalópodos

Para intentar resolver el enigma de “cómo eran los ammonites”, los investigadores analizan cuales son los caracteres generales que son comunes a todas las especies del grupo de los cefalópodos.

Se acepta que los ammonites debieron compartir la mayor parte de estos caracteres. Por ejemplo:

  • Todos los cefalópodos son depredadores carnívoros.
  • Los cefalópodos poseen una mandíbula rodeada por una corona de brazos. Los pulpos poseen 8 brazos, calamares y sepias 10, y el Nautilus unos 90. Se asume que los ammonites también tenían brazos, aunque se desconoce su número.
  • Los cefalópodos son capaces de desplazarse por retropropulsión. Su cuerpo musculoso se expande y recoge el agua marina por unas escotaduras. Cuando se contrae bruscamente, las escotaduras se cierran y el agua es expulsada con fuerza por un tubo musculoso – el embudo– que puede ser orientado a conveniencia. El animal se mueve en sentido contrario por reacción.
  • Los cefalópodos tienen el sentido de la vista muy desarrollado y son los invertebrados cuyos ojos están más desarrollados, rivalizando en ocasiones con los de los vertebrados en prestaciones.

El Nautilus es una excepción y tiene un tipo de ojo menos sofisticado. Carece de cristalino y córnea, y la pupila está abierta al exterior. Se estima que su visión es pobre, pero hay que tener en cuenta que es una criatura que vive a gran profundidad y de hábitos nocturnos.

En el caso de los ammonites que eran habitantes de aguas más superficiales, se asume que tenían ojos con buena visión.

Como decíamos al principio, es muy probable que los ammonites compartiesen la mayoría de estas características.

¿Qué aspecto tenían los amonites?

Actualmente aún se desconoce cómo eran los ammonites. El motivo es que no se ha encontrado fósil alguno que conserve la impresión de los tejidos blandos.

Sí se han encontrados algunos fósiles que contienen trazas de los órganos internos, gracias a los cuales se sabe que se alimentaban de pequeñas criaturas planctónicas, ostrácodos e incluso llegaban al canibalismo al depredar ejemplares infantiles de ammonites.

Un amonite fósil. Saynoceras n. sp.

Foto 1. Un ammonite fósil: Saynoceras n. sp. de las Cordilleras Béticas de 23 mm de diámetro. ¿Cómo sería el animal que habitaba esta concha tan particular?

Entonces, ¿esas recreaciones que vemos en los libros?

Son fruto de la creatividad de los paleoartistas que realizan sus obras dejándose llevar por las ideas que imperan en cada instante. Por este motivo, el aspecto de las recreaciones ha ido cambiando a lo largo del tiempo.

Como los ammonites no dejaron descendientes, las primeras recreaciones se basaron en otro cefalópodo lejanamente emparentado con los ammonites, que sí ha sobrevivido hasta nuestros días: el Nautilus.

¿Cómo de parecidos eran ammonoideos y nautiloideos?

Pues el Nautilus es otro cefalópodo provisto de una voluminosa concha externa.

Desde el punto de vista funcional esta cumple los dos mismos cometidos que la de los ammonites: elemento de control de la flotación y protección. Por tanto, no es de extrañar que su morfología se haya escogido para representar a los extinguidos ammonites en numerosísimas ocasiones. Veamos unos ejemplos:

Ilustración 2. Dibujo de un ammonite donde se le presupone un gran parecido con el Nautilus actual. Se le ha dotado de un capuchón que cubría la cabeza y brazos cuando estos estaban replegados en el interior de la concha, de modo similar a lo que ocurre en el Nautilus. También puede verse el gran número de brazos lisos con que se le ha representado. Dibujo tomado de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/d/d1/Asteroceras_BW.jpg consulta realizada el 10 de enero de 2020. © N. Tamura

 

En otras ocasiones, se ha supuesto que unas extrañas piezas calcáreas que a veces aparecen fosilizadas en el interior de la concha (los aptychi) eran las que cumplían con esa función de «capuchón protector». Hoy esta interpretación está prácticamente descartada (este controvertido tema se ha tratado en la entrada “Aptychi, mandíbulas de ammonites”).

¿Cómo eran los ammonites? Representación con aptichi como capuchón

Ilustración 3. Reconstrucción que aparece en un mural del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Fue realizada hace varias décadas y en ella se ve un ammonite con los aptychi como protección supracefálica.

Los ammonites probablemente estaban más cercanamente emparentados con los cefalópodos actuales

En las últimas décadas se han empezado a descubrir características de los ammonites que los acercan más a los cefalópodos actuales que al Nautilus.

Por ejemplo, la estrategia reproductiva que tenían. El Nautilus pone pocos huevos, pero de gran tamaño, pues llegan a tener más a 2 cm de diámetro. Cuando los alevines eclosionan son versiones miniatura de sus progenitores e inmediatamente llevan el mismo estilo de vida a grandes profundidades.

En cambio, los cefalópodos actuales ponen muchos huevos de pequeño tamaño y los recién nacidos forman parte del plancton hasta que alcanzan el tamaño necesario para poder llevar un modo de vida autónomo controlando sus movimientos. Los ammonites seguían esta misma estrategia.

Siguiendo estas ideas se les ha representado como se ve en la foto 2.

¿Cómo eran los ammonites? Reconstrucción con aspecto parecido a cefalópodos actuales más evolucionados.

Foto 2. Reconstrucción de gran tamaño asumiendo un parecido razonable con los cefalópodos actuales. Vemos que sería un Decápodo de poderosos brazos con ventosas, es decir, un formidable depredador como lo son los actuales cefalópodos en cada nicho ecológico que ocupan. Ya no hay rastro del capuchón cefálico que posee el Nautilus. Imagen por cortesía de «Image by M W from Pixabay».

 

 

Reconstrucción hipotética de un ammonite

 

Foto 3. Otra reconstrucción siguiendo las mismas ideas. Es una figura de plástico donde se ha cogido como modelo, la concha real de un ammonite, probablemente un Pleuroceras, y se ha complementado con la cabeza de un cefalópodo de 10 brazos. Al igual que antes, estos son robustos y poseen hileras de ventosas.

 

Pero hay un detalle importantísimo que suele pasarse por alto cuando se representa a los ammonites: su mandíbula.

Los ammonites tenían una mandíbula completamente diferente al resto de cefalópodos conocidos. Los cefalópodos tienen una mandíbula con forma de pico de loro (dos piezas puntiagudas y de borde cortante) que está indicada para morder y despedazar a sus presas.

En cambio, la de los ammonites era muy grande y especializada para aglutinar y triturar pequeñas presas con caparazón duro.

Los ammonites tuvieron varios tipos de mandíbula a lo largo de su evolución y en “Aptychi, mandíbulas de ammonite” hemos analizado la más común durante el periodo Cretácico.

Si se analiza detenidamente la recreación de las fotos 2 y 3 nos percataremos de que unos fuertes brazos provistos de ventosas son la herramienta ideal para un depredador que necesita atrapar e inmovilizar a grandes presas, pero si te alimentas de plancton, de poco o nada sirven; un «come plancton» necesitaría otra cosa.

¿El qué?

Buena pregunta; llevamos un buen rato argumentando sobre ello y aunque vamos acotando las posibilidades, desgraciadamente el registro fósil no aporta más pruebas de momento; por tanto, a partir de aquí entramos en el terreno de la especulación.

Una criatura que posee una corona de brazos alrededor de la boca y necesita atrapar zooplancton bien pudo tener unos brazos de porte mediano provistos de una membrana que los unía y que le permitía «recolectar» su alimento de las aguas del entorno. Actualmente viven algunas especies de pulpos que poseen este tipo de membranas para diferentes usos (alimentación, locomoción, defensa, …) y en la Ilustración 4 se muestra una reconstrucción siguiendo estas ideas.

A mi entender, ese es el aspecto más probable que pudieron tener estas controvertidas criaturas.

Posible reconstrucción de un ammonite

 

Ilustración 4. Recreación de un ammonite. Se ha realizado teniendo en cuenta que es una criatura que come plancton. Puesto que los cefalópodos poseen una corona de brazos que rodea la boca, los ammonites pudieron tener dichos brazos conectados con una membrana que permitiría recolectar plancton y pequeñas criaturas. Imagen por cortesía de Luchy Polo, Bióloga e Ilustradora científica. www.instagram.com/luchypolo_ilustracion/

 

Nota final sobre la morfología de los ammonites

Recientemente, en una visita que realicé al Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid pude comprobar un fósil espectacular.

Se trata de un crinoideo que ha fosilizado “boca abajo” de modo que permite observar el pedúnculo que lo anclaba al sustrato y su cuerpo con la corona de brazos ramificados.

Es un magnífico ejemplo de una estructura de brazos que se ramifican para formar una superficie capaz de recolectar los nutrientes del entorno. Los crinoideos son criaturas suspensívoras, pero algunas especies son carnívoras ya que se alimentan de zooplancton.

Corona de brazos de un crinoideo triásico

Foto 4. Un crinoide del Triásico medio: Traumatocrinus sp. procedente de Ghizhou (China) y expuesto en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Posee una estructura de brazos que se ramifican varias veces hasta formar un tramiz capaz de retener el plancton del que se alimenta.

No digo que los brazos de los ammonites fuesen exactamente así, sino que me llama la atención cómo la Naturaleza puede desarrollar diferentes estructuras maravillosamente funcionales a la hora de llevar a cabo su cometido.

¿Cómo serían los brazos de los ammonites?

Preguntas frecuentes sobre los fósiles de ammonites

¿Amonites o Ammonites; cómo debe decirse?

Ambos nombres son válidos. Según el Diccionario de la Lengua Española debemos usar el término «amonite» para referirnos a estos cefalópodos fósiles. Pero el término «ammonite» es la palabra científica que designa a estas criaturas. Deriva del latín «Ammon», que era el dios egipcio representado con figura humana y cuernos de carnero. La forma enrollada de estos recordaba a las conchas de los amonites.

¿Dónde se encuentran los Ammonites?

Los ammonoideos (Subclase Ammonoidea) aparecieron en el Devónico medio hace unos 400 millones de años (M. a.) y se extinguieron a finales del Cretácico hace unos 66 millones de años.

Estaban muy extendidos por todos los mares de la Tierra, por lo que los restos fósiles de ammonites podemos encontrarlos en los sedimentos marinos que se formaron durante ese intervalo de tiempo.

¿Por qué se extinguieron los Ammonites?

No se sabe con certeza el motivo, probablemente porque no hubo una sola causa, sino un conjunto de ellas. La Tierra va cambiando lentamente y a finales del Cretácico superior se produjeron cambios importantes.

Hubo una serie de mega erupciones volcánicas en la India que produjeron un calentamiento global por gases de efecto invernadero.
También algunos competidores directos como peces y crustáceos habían experimentado un gran avance durante el Cretácico superior, por lo que la competencia biológica parece ser que había aumentado.

Al menos estas dos causas están relacionadas con la pérdida de diversidad que los ammonites sufrieron durante el Cretácico superior. La caída del meteorito a finales del Cretácico pudo ser el evento decisivo que los condenó a la extinción por el colapso de las cadenas tróficas marinas.

Recientemente se han publicado algunos trabajos que dibujan otro escenario diferente para la última época de los ammonites.

Estos trabajos (véase por ejemplo Neil Landman et al.) muestran que, en algunos lugares de la Tierra, la diversidad de ammonites fue alta durante el último millón de años antes de la colisión del asteroide, distribuyéndose entre los cuatro subórdenes de ammonites del Cretácico (Phylloceratina, Lytoceratina, Ammonitina y Ancyloceratina).

Estos estudios apuntan a que la disminución de diversidad dentro de los ammonites se debe más bien a cambios en el entorno en algunas localizades de recolección.

Al parecer, los ammonites estaban bien representados hasta antes del impacto e incluso algunas especies sobrevivieron durante algunos miles de años después.

En estas investigaciones, la explicación que proponen para la extinción de los ammonites es que como consecuencia del impacto meteorítico se produjo un fenómeno de acidificación del mar que diezmó el zooplancton calcáreo y probablemente las crías de ammonites que atravesaban una fase planctónica al nacer.

¿Qué importancia tienen los Ammonites?

Los fósiles de ammonites son muy importantes en Paleontología. Fueron muy abundantes en su época y sus conchas fosilizaron con facilidad. Se encuentran por toda la Tierra, en los sedimentos marinos que se formaron cuando vivían.

Además, tuvieron una tasa de evolución alta, de modo que las poblaciones cambiaban con relativa rapidez. Todas estas características (abundancia, universalidad y especies con un corto tiempo de vida) los convierten en una herramienta muy útil para datar de forma rápida y sencilla los estratos donde se encuentran los ammonites fósiles.

Por este motivo, han sido escogidos como fósiles guía y se utilizan en la escala geológica para definir divisiones temporales de gran precisión.

¿Qué son las suturas de los Ammonites?

Las líneas de sutura de los ammonites son unas líneas sinuosas que aparecen sobre sus fósiles cuando estos han perdido la cáscara que formaba la concha.

Son las líneas de contacto de los tabiques de las cámaras sobre la concha externa.

En los ammonites son muy sinuosas porque la periferia de los tabiques se alabeaba, llegando a producir multitud de pliegues al llegar a la pared de la concha.

Si quieres saber más sobre este tema te recomiendo que leas la entrada «Características de la concha de los ammonoideos«.

Bibliografía

  • García Gil, P. A. (2018): Ammonites ¿Qué nos cuentan sus conchas?. Revista del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid nº 17. pp 29-34.
  • García Gil, P. A. (2013): Ammonites del Cretácico inferior de la parte oriental de las Cordilleras Béticas. Asociación Paleontológica Alcarreña ‘‘Nautilus’’. 264 pp.
  • Landman, N. & Goolaerts, S. & Jagt, J. & Jagt-Yazykova, E. & Machalski, M. (2015). Ammonites on the Brink of Extinction: Diversity, Abundance, and Ecology of the Order Ammonoidea at the Cretaceous/Paleogene (K/Pg) Boundary. 10.1007/978-94-017-9633-0_19.
  • Monks, N. & Palmer, P. (2002): Ammonites. Smithsonian Institution Press. 176 pp.