He creado «observando un Olcostephanus densicostatus (Wegner, 1909)» para mostrar la gran cantidad de información que es posible extraer de la observación detallada de un fósil.
Desde hace unas décadas, los profesionales que se dedican a la Paleontología dan una importancia capital al entorno de los fósiles y a cómo aparecen estos dispuestos en los sedimentos. La razón es que el entorno y la disposición revelan una información que es importantísima para conocer cómo era el ecosistema en el que vivió el ser vivo, qué le pudo suceder y qué transformaciones y procesos se han producido hasta llegar a nuestros días tal y como se presenta. Como ejemplo veamos todo lo que se puede averiguar observando un Olcostephanus densicostatus (Wegner, 1909).
Tabla de contenidos
¿Cómo se presenta el fósil?
La concha de los ammonites tienen dos partes bien diferencias: la parte inicial – el fragmocono – que está tabicada, y la parte final que es la cámara habitación que es diáfana puesto que era el espacio que ocupaba el cuerpo del animal. En nuestro fósil se puede apreciar que el fragmocono está ligeramente limonitizado y apenas se aprecian los detalles porque está plano. Esto significa:
– El que esté limonitizado quiere decir que cuando fosilizó, la parte del ombligo no estubo bien oxigenada y se produjo una descomposición anaeróbica.
– Si no tienen volumen es debido a que está aplastado. Esto ocurre cuando el fragmocono no se rellena de sedimento (queda hueco) y no soporta la presión de estos y se colapsa. Esto es muy frecuente cuando el fósil se encuentra en margas poco consistentes.
También se observa que la apertura está rota. Se ha conservado la mayor parte de la cámara habitación, pero le falta la parte final de esta. Esto nos informa de que muy probablemente, la concha vacía quedó en el fondo y, antes de quedar enterrada, deambuló de un lado para otro arrastrada por las corrientes. No debieron ser muy fuertes, pero el impacto con objetos del entorno desmanteló la abertura, que es la parte más frágil de la concha.
Lo que ha llegado hasta nosotros es el molde interno del ammonite. La concha que era de aragonito se disolvió durante la diagénesis (cosa muy frecuente en las conchas de ammonites).
Por su aspecto y ornamentación podría ser un Olcostephanus densicostatus (Wegner, 1909). Es un ejemplar macroconcha inmaduro, puesto que en su forma adulta puede llegar a alcanzar los 10 cm y este solo mide 4.3 cm. Por tanto estamos ante un ejemplar juvenil.
La roca matriz
El fósil aparece en unas margas, que es una roca de origen sedimentario formada por carbonato y arcilla principalmente, aunque puede contener yeso y otros componentes. Son rocas blandas y en función del porcentaje de carbonato y arcilla se denominan caliza margosa cuando el 75% de la roca es carbonato, o arcilla calcárea cuando el carbonato no llega a ser la tercera parte de la roca.
Nuestra marga tiene un grano muy fino que permite que se hayan conservado muy bien los detalles, pero…
… las arcillas retienen mucha agua y restos orgánicos, y cuando sufren grandes presiones durante el proceso de transformación en roca (diagénesis), se compactan y pierden volumen. Y esto afecta a todo lo que contengan. De ahí que el fragmocono de nuestro ammonite esté colapsado y su forma general, distorsionada.
¿Hay algo más de particular en el fósil?
Pues sí. Observando con detalle se aprecian una serie de orificios circulares que lo atraviesan en diferentes partes. Originalmente estaban rellenos de un material limonitizado poco compacto que se desprendió durante el lavado del fósil.
¿De qué se trata?
Son galerías generalmente verticales, excavadas por algún pequeño organismo, probablemente algún tipo de «gusano». Esto es lo que se denomina un icnofósil, es decir, la huella de la actividad de un organismo, y nos aporta cierta información interesante sobre la comunidad de seres que vivían en aquel entorno; hagamos la composición de todo lo visto hasta ahora:
¿Cómo pudieron suceder los acontecimientos?
Un ammonite muere (no sabemos el motivo) y su concha se hunde a más de un centenar de metros (se conoce porque en estos yacimientos de las Cordilleras Béticas no hay fósiles de criaturas fotosintetizadoras o sensibles a la luz). Antes de quedar fija en el fondo es arrastrada y su abertura se deteriora y se pierde. Finalmente se va rellenando de sedimento y queda fija en el fondo.
Ha pasado el tiempo y tenemos a nuestra concha en un sedimento relativamente arcilloso, enterrada a cierta profundidad, no mucha; en una zona profunda y permanentemente oscura del fondo marino. Hay una continua y fina lluvia de partículas que va cayendo desde las capas superiores del mar: son miles de caparazones (de carbonato cálcico principalmente) de las criaturas planctónicas que viven en las zonas iluminadas, y sedimentos arcillosos que han sido arrastrados por el viento y las aguas de los ríos. Con todo ello también caen restos orgánicos (heces, restos de organismos, …) y todo se mezcla y deposita sobre el fondo. Con el tiempo dará lugar a una roca margosa.
Los restos orgánicos permiten que en el lecho marino haya una comunidad de pequeñas criaturas que sobreviven gracias a ellos. Son seres necrófagos (carroñeros), suspensívoros o detritívoros en su mayoría. Nuestros pequeños «gusanos» excavan el fondo ligeramente consolidado realizando galerías, bien para buscar alimento o como refugio, y se topan con el ammonite, pero seguramente no tuvieron que atravesar su concha puesto que el aragonito que la formaba hacía tiempo que se había disuelto. Atravesaron su molde interno sin ninguna dificultad puesto que estaba formado por el mismo material del entorno circundante. Durante su actividad, depositaban materia orgánica en las galerías (¿heces, mucus, …?) que más tarde en ausencia de oxígeno dio lugar a la formación de sulfuros de hierro (pirita).
Transcurren eones y los sedimentos se transforman en roca. Los caprichosos movimientos tectónicos van haciendo que afloren los estratos que una vez se formaron en un mar profundo. Ya en una época relativamente reciente geológiamente hablando, cuando se encuentran cerca de la superficie, las aguas de lluvia se filtran y oxidan la pirita dando lugar a óxidos de hierro que es lo que hoy encontramos.
Bien, y todo esto solo a partir de un simple fósil en una pequeña roca …
Para saber más
- García Gil, P. A. 2013: Ammonites del Cretácico inferior de la parte oriental de la Cordillera Bética. Asociación Paleontológica Alcarreña “Nautilus”, 264 pp.
- Para conocer más sobre esta especie puedes visitar la entrada Olcostephanus densicostatus en el apartado de «Identificación».
Da gusto poder entrar al blog y leer artículos tan interesantes siempre. Muy claro y fácil de encontrar los distintos artículos. Enhorabuena Pablo.
Gracias José Luis; me alegro mucho que te haya gustado.