La depredación que pudieron sufrir los ammonites es un tema sobre el que hasta hace poco tiempo no teníamos demasiada información.
Sabemos que los cefalópodos actuales son depredadores que ocupan un eslabón intermedio en las cadenas tróficas de nuestros mares. Son carnívoros, pero su tamaño mediano los pone al alcance de otros depredadores. Por ejemplo, se ha observado que grandes mamíferos y tortugas marinas no dudan en atacar al nautilus actual cuando se produce un fatal encuentro y de nada sirve su concha que es triturada sin oposición posible. El nautilus se protege llevando una vida a grandes profundidades, y desarrollando su actividad vital durante la noche.
Todo indica que esa misma condición intermedia en las cadenas tróficas es la que ocuparon los ammonites.
Tabla de contenidos
Las pruebas de depredación en ammonites que aparecen en el registro fósil
Foto 1. Ejemplar macroconcha de Fauriella boissieri que muestra un gran orificio en su concha, en la parte opuesta a la abertura. Este tipo de roturas en las conchas de ammonites se repite en numerosas especies.
Hasta hace poco tiempo no disponíamos de muchas pruebas de ello y generalmente eran casos aislados, pero en las últimas décadas han aparecido varios estudios que ponen de manifiesto este hecho, y que además, era algo que ocurría con bastante frecuencia.
De entre ellos es especialmente relevante el trabajo publicado por los paleontólogos Chris Andrew, Paddy Howe, Chris Paul & Steve Donovan en 2010. Estos autores señalan que en el sureste de Gran Bretaña aparecen una cantidad significativa de conchas de ammonites que tienen una perforación en una zona muy localizada.
Se trata de una rotura que sistemáticamente aparece en la parte opuesta de la abertura. Se extiende por los flancos y solo afecta a la última vuelta.
Pruebas realizadas
Para comprobar si estas roturas podían producirse durante el arrastre de la concha vacía antes de quedar enterrada, los investigadores experimentaron con conchas de Nautilus y simularon los procesos de oleaje, el arrastre por corrientes de fondo, o el fenómeno de compactación de los sedimentos.
Las conchas sufrían roturas, sí, pero que no se parecían a las observadas en los ammonites fósiles. La conclusión fue que estos fenómenos no habían producido esas perforaciones.
Análisis de la rotura
Cuando las analizaron se percataron que, en la inmensa mayoría de los casos estaba situada por delante del último tabique, es decir, afectaba a la parte profunda de la cámara habitación. Es una posición muy precisa que difícilmente podría producirse por azar.
Otro dato importante es que los fragmentos de la concha rota nunca aparecen en las inmediaciones.
Tras los ensayos y los análisis llegaron a la conclusión de que esta fractura es el resultado de un acto de depredación ocurrido mientras el ammonite nadaba.
Ilustración 1. Medidas que se toman para estudiar la concha presuntamente mordida. BC es el ángulo del último tabique desde la abertura A; D1 y D2 son los ángulos del comienzo y fin de la rotura; M sería el ángulo medio de la rotura y LS (Last Septum) señala el último tabique. Dibujo obtenido del trabajo Fatally bitten ammonites from the Lower Lias of Lyme Regis, de Chris Andrew et al.
¿Quién podía producir estos daños en las conchas de los ammonites?
Había dos tipos de candidatos: animales carroñeros o depredadores. Pero el hecho de que la abertura de la concha del ammonite estuviese intacta y que los fragmentos rotos no aparecían por los alrededores descartaba a los primeros.
Pero, la posición de la perforación de la concha es tan repetitiva que induce a pensar que no puede haber sido producida por un mordisco al azar, sino que más bien es el resultado de una captura y una manipulación hasta que la presa era colocada en la posición óptima.
Al parecer, el atacante perforaba la concha del ammonite en la parte profunda de la cámara habitación que es donde se sitúan los músculos que sujetan el cuerpo a la concha.
El ataque seccionaría tales músculos y permitiría extraer el cuerpo de la víctima con facilidad. Pero semejante acción implica un comportamiento complejo del atacante y requeriría mucha precisión.
Los candidatos más cualificados
Después de revisar las pruebas de las que se dispone, los investigadores han llegado a la conclusión de que solo otro cefalópodo pudo infringir tales daños en las conchas de los ammonites.
Se cree que cefalópodos más evolucionados como calamares, sepias o pulpos dotados de una mayor capacidad de maniobra y movimiento, depredaban ammonites. Estos cefalópodos más evolucionados son depredadores inteligentes provistos de gran habilidad a la hora de manipular objetos.
Al atacarles en este punto (en la parte opuesta a la abertura) conseguían que, por una parte, al ammonite le resultara extremadamente difícil defenderse, y por otra, seccionaban los músculos que lo sujetaban a la concha.
El maltrecho ammonite quedaba suelto y a merced de su atacante. La única duda que se plantea es si los picos mandibulares no mineralizados que poseen serían capaces de romper la concha de un ammonite. Todo parece indicar que sí.
Ilustración 2. Lámina realizada por nuestro compañero Luis Fernando Real Martín, que recrea las condiciones que se daban en los entornos donde aparecen las conchas de ammonites completas con una perforación en la parte opuesta a la abertura. Junto a estas se encuentran algunos braquiópodos (Pygope sp.), equinodermos (cálices de crinoides) y también han aparecido fragmentos de dientes de tiburón. Al parecer, algunos cefalópodos con mayor movilidad apresaban a los ammonites y les atacaban en el punto más vulnerable.
Epílogo
Cuando estábamos preparando el libro de ammonites que publicó nuestra Asociación tuvimos la fortuna de observar unos fósiles que recordaban poderosamente a los picos que poseen los cefalópodos actuales.
Estos fósiles aparecieron en las Cordilleras Béticas orientales, en niveles del Valanginiense inferior (Zona de Pertransiens). En este instante del registro fósil, los fósiles de ammonites con esta perforación son abundantes. La pregunta surgió casi de inmediato:
¿Estábamos ante la mandíbula de un cefalópodo que devoraba ammonites?
No podemos saberlo con certeza, pero al menos nos informa de que posibles atacantes y los ammonites compartían aquel hábitat.
Foto 2. Se muestra la mandíbula fósil de un cefalópodo junto al pico de un calamar actual.
Foto 3. Un segundo fósil fotografiado esta vez junto al pico de una sepia actual. Puede verse que los picos fósiles son menos curvos y están provistos de una punta más roma; esto es sin duda una especialización para el tipo de dieta que llevaba su portador. Del mismo modo, se puede apreciar que el pico del calamar es más afilado que el de una sepia. Las sepias incluyen a algunos crustáceos en su dieta, que poseen un duro esqueleto externo.
Un audiovisual muy explicativo
Para finalizar os dejamos con este vídeo que fue elaborado para la presentación de nuestro libro sobre ammonites en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Se hace eco de los trabajos de varios paleontólogos a la hora de interpretar estas perforaciones de las conchas, y nuestro compañero Luis Fernando puso su creatividad a trabajar; este fue el resultado:
Anécdotas
1- Para asegurarnos de que nuestra interpretación de las roturas de los ammonites era correcta, nos pusimos en contacto con el departamento de Geología de la Universidad de Granada, quienes a su vez se pusieron en contacto con el Museo de Lyme Regis en Gran Bretaña, en cuya WEB aparecía publicado un artículo sobre este tema.
Después de revisar nuestras fotografías, nos confirmaron que muy probablemente las roturas habían sido consecuencia de un acto de depredación. Nos pidieron permiso para publicarlas en su WEB, a lo que por supuesto, accedimos «la mar de contentos». Las fotos que les cedimos se pueden ver aquí.
2- Hasta donde yo se, los ammonies más antiguos encontrados en nuestro país y que presentan marcas de depredación de este tipo han sido hallados en la provincia de Jaén y pertenecen al Jurásico inferior (Domeriense).
Bibliografía y enlaces interesantes
- Andrew C., Howe P., R. C. Paul C., Donovan S. 2010: Fatally bitten ammonites from the lower Lias Group (Lower Jurassic) of the Lyme Regis, Dorset. Proceedings of the Yorkshire Geological Society, Vol. 58, Part 2, pp. 81-94.
- Klompmaker, A. A., Waljaard, N. A., & Fraaije, R. H. B. (2009). Ventral bite marks in Mesozoic ammonoids. Palaeogeography Palaeoclimatology Palaeoecology, 280, 245–257.
Para saber si los mosasaurios devoraban ammonites sigue el enlace.
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