El suborden Ammonitina es con diferencia el grupo más numeroso de ammonites. Se estima que incluye unos mil géneros distintos agrupados en quince superfamilias.
Aparecieron al principio del Jurásico, donde presumiblemente se originaron a partir de Phylloceratina, y se extinguieron a finales del Cretácico junto con el resto de ammonites.
Caracterísitcas del suborden Ammonitina
A pesar de la gran variedad morfológica que exhiben, se pueden distinguir algunas características comunes a la mayoría, como son:
- Poseen un enrollamiento en espiral plana, aunque como veremos hay algunas pocas excepciones.
- Presentan un dimorfismo sexual acusado. Los géneros se distinguen por el tamaño -es posible distinguir entre microconchas y macroconchas – pero también por otros atributos como adornos en la apertura de la concha. En las microconchas son frecuentes las extensiones laterales que reciben el nombre apófisis yugales, mientras que en las macroconchas son frecuentes las estrangulaciones y las prolongaciones ventrales.
- El tiempo de vida de las especies es breve geológicamente hablando. A veces llega a ser de solo cientos de miles de años. Si a esta característica se une el hecho de haber poseído una amplia distribución en los océanos de la época, estamos ante especies que son una herramienta valiosa para establecer correlaciones entre estratos que pueden estar alejados cientos de kilómetros.
- También son numerosos los casos de especies abundantes en áreas localizadas, lo que se utiliza para definir las llamadas “provincias faunísticas”. Esta característica es muy útil cuando el área donde vivió alguna de estas especies se fragmenta y, debido a la deriva continental, los diferentes pedazos acaban en continentes diferentes. Este tipo de ammonites ayudan a reconstruir la historia geológica de los continentes.
Los fósiles del suborden Ammonitina son especialmente abundantes y diversos en los sedimentos formados en aguas poco profundas o de una profundidad moderada, donde seguramente ocuparon un gran abanico de nichos ecológicos.
Observando sus conchas se detecta una cierta tendencia: durante el Jurásico, son frecuentes las formas evolutas y lisas o poco ornamentadas, mientras que durante el Cretácico las especies son más involutas y están fuertemente ornamentadas con costillas y espinas.
Foto 1: Microconcha de una especie de Saynoceras aún no publicada. Este ammonites tiene una ornamentación recia formada por costillas radiales sobre las que se desarrollan varias hileras de tubérculos, alguno de los cuales da lugar a una espina recia. Vivió durante un periodo corto a mediados del Cretácico inferior. Esto le convierte en un excelente fósil guía.
Foto 2. Ejemplar de Mortoniceras (Mortoniceras) nanum. Es un fósil característico de la parte alta del Cretácico inferior y se caracteriza por su abundante ornamentación formada por costillas recias y grandes tubérculos.
Esto se interpreta como una reacción ante un entorno más agresivo. Sus depredadores naturales (peces y crustáceos) eran más numerosos y eficientes.
Hay que considerar que una ornamentación muy desarrollada implica que el rozamiento con el medio se acentúa, lo que inexorablemente conlleva menos maniobrabilidad y mayor dificultad de movimiento.
Estos ammonites probablemente estaban especializados para vivir en zonas poco profundas y/o en las cercanías del fondo marino.
Otras especies más lisas estaban mejor dotadas para la natación y es factible que llevasen una vida en aguas abiertas.
Diferencias en el hábitat en los ammonites pertenecientes a los subórdenes Phylloceratina, Lytoceratina y Ammonitina.
Para conocer la profundidad a la que podían llegar los ammonites, se han hecho numerosos estudios de sus conchas.
Se sabe que uno de los factores que pudo limitar la profundidad que podían alcanzar es la fortaleza del sifón, que es el órgano que atravesaba todas las cámaras y estaba encargado de su vaciado.
El sifón de los ammonites estaba recubierto de fosfato cálcico y a partir de ejemplares bien conservados es posible estudiar su resistencia relativa que viene dada por la ecuación (h/r) x 100, donde h representa el grosor de la pared del tubo y r es el radio de este.
Lo interesante de aplicar este método a los fósiles es que se observa que los ammonites de los subórdenes Phylloceratina y Lytoceratina tienen una resistencia equiparable a la del Nautilus actual (valores h/r x 100 comprendidos entre 10 y 19), mientras que los ammonites del suborden Ammonitina, tienen valores significativamente más bajos (comprendidos entre 3 y 6.5).
La conclusión es que los miembros de los subórdenes Phylloceratina y Lytoceratina fueron capaces de vivir en aguas más profundas o al menos, de realizar desplazamientos en la columna de agua del orden de 500 metros
En cambio, la mayor parte de los miembros de Ammonitina vivían en aguas más superficiales y sólo eran capaces de realizar desplazamientos de unas pocas decenas de metros de profundidad.
Y el registro fósil parece corroborar estos resultados.
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