Cabe la posibilidad que entre los numerosos depredadores que tuvieron los ammonites, estuvieran los grandes reptiles marinos.
Además, la idea atrapa nuestra imaginación que intenta reconstruir cómo se desarrollaría la escena: brutal y violenta, seguro, como siempre que está en juego la vida de alguno de los contendientes.
Y el registro fósil parece mostrar pruebas de ello a finales del Cretácico, un momento donde un grupo de reptiles alcanzó su plenitud. Nos referimos a los mosasaurios.
Para que vayamos entrando en materia, os dejo con una secuencia de la conocida serie didáctica «Dinosaurios», que apareció en televisión hace unos años:
Pero antes de seguir, aclaremos algunos conceptos
Tabla de contenidos
¿Son dinosaurios los mosasaurios?
No; los dinosaurios son un tipo de reptiles, una rama de su evolución, de las muchas que tiene el árbol de los reptiles. Los mosasaurios pertenecen a otra rama diferente y se clasifican dentro de la familia Mosasauridae, subfamilia Mosasaurinae.
Este linaje apareció en el piso Turoniense (Cretácico superior) y prosperaron durante el Maastrichtiense hasta la extinción masiva que marca el final del periodo Cretácico.
¿Cómo eran los mosasaurios? ¿Qué tamaño podían alcanzar?
Tenían una cabeza grande, con una mandíbula de contorno triangular larga y estrecha, con dientes grandes y generalmente puntiagudos. El largo cuerpo era esbelto, con cuatro extremidades adaptadas a la natación y una larga cola.
Ilustración 1. Esqueletos de diferentes especies de mosasaurios de Kansas (USA). Los tamaños que podían alcanzar son: Clidastes en torno a 4 metros, Platecarpus en torno a 7 metros y Tylosaurus podía llegar a los 9 metros. Dibujo de Williston (1898), Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=5021868
Del estudio de las vértebras caudales se deduce que algunos debían tener una extensión carnosa que formaba una aleta caudal semicircular y vertical.
Eran de tamaño grande; desde unos 3 metros las especies más pequeñas, a los 17 metros que se cree que alcanzaba el mayor de ellos; Mosasaurus hoffmannii.
Foto 1. Esqueleto de Mosasaurus hoffmannii que se encuentra expuesto en el Museo de Historia Natural de Maastricht, Paises Bajos. Foto por cortesía de Wilson44691 – Trabajo propio, Dominio Público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=11264577
¿De qué se alimentaban los mosasaurios? ¿Devoraban ammonites?
La mayoría de estos ágiles y grandes depredadores marinos eran piscívoros, pero hay géneros con dientes trituradores especializados adaptados para devorar animales con concha dura como ammonites y posiblemente tortugas marinas.
También devoraban pájaros, otros reptiles marinos entre los que se encontraban otros mosasaurios de menor tamaño.
Debían de tener pocos depredadores aparte de sus congéneres, sin embargo, se ha encontrado un fósil que tiene la marca de una mordedura de tiburón en su esqueleto.
Ilustración 2. Cráneo de Globidens sp, que se caracteriza por tener unos dientes traseros rematados con una superficie bastante redondeada, pero levemente apuntada. Estaba especializado para triturar criaturas con caparazón duro. Foto por cortesía de Jaime A. Headden (User:Qilong) – http://qilong.deviantart.com/art/Eater-of-Ammonites-244597108,
CC BY 3.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=47639159
Foto 2 y 3. Con la corona semiesférica, un diente de mosasaurio del género Globidens. Conserva la raiz que es grande y cilíndrica. Estos dientes son propicios para triturar presas de cuerpo duro. A su lado, un diente de mosasaurio del género Prognathodon. Es cónico, de sección aplastada y está adaptado para cortar y despedazar . El primero mide 53 mm y es de Marruecos. El segundo es el primer diente de mosasaurio hallado en el levante de España. Mide 26 mm (no conserva la raíz) y está depositado en el Museo Paleontologico y de las Ciencias «Isurus» en Alcoy (Alicante).
El registro fósil: Ammonites presuntamente mordidos por mosasaurios.
Todo empezó en 1960 cuando los paleontólogos E. Kauffman y R. Kesling estudiaron una curiosa concha.
Se trataba de un ejemplar de Placenticeras que había sido descrito años antes, pero llamó la atención de estos investigadores porque presentaba una serie de perforaciones circulares.
El minucioso estudio de estos dos paleontólogos concluía que “La concha fue mordida repetidamente, y registra la dramática evidencia del fatal encuentro”.
Los investigadores identificaron además al causante del ataque. Las perforaciones estaban alineadas en forma de “V” cerrada y presentaba también las marcas de los dientes pterigoideos, que son una segunda fila de dientes internos sobre el paladar que tiene algunos reptiles.
En el Cretácico superior, solo la mandíbula de los mosasaurios coincidía con esa descripción.
Foto 4 y 5. En color, Placenticeras sp. estudiado por Kauffmann y Kesling. Fotografía por cortesía de la Universidad de Michigan (https://umorf.ummp.lsa.umich.edu/wp/wp-content/3d/viewer.html?name=1349&extension=ctm). Es una imagen en 3D que el usuario puede rotar para verla desde cualquier posición. En blanco y negro se muestra el mismo ammonite durante el estudio de Kauffmann y Kesling, donde superpusieron un dibujo del cráneo del reptil para comprobar que las marcas podían coincidir con la posición de sus dientes.
Kauffman y Kesling concluyeron que las marcas que se observaban habían sido producidas durante el intento de morder al ammonite y que finalmente el depredador fue capaz de triturar la cámara de habitación y alcanzar su objetivo.
En las décadas sucesivas se han recogido más ammonites con este tipo de perforaciones, de modo que se llegó a la conclusión de que los ammonites habían sido una de las presas habituales en la dieta de algunos mosasaurios.
Un nuevo enfoque y la pregunta sigue vigente: ¿Devoraban ammonites los mosasaurios?
Pero en 1998, el paleontólogo T. Case y sus colaboradores propusieron un punto de vista diferente. Ellos estudiaron ejemplares de Placenticeras cuyas conchas tenían adheridos Patellogasterópodos (comúnmente conocidos como lapas).
La rádula de estos gasterópodos deja cicatrices sobre la concha, pues la horadan para crear una depresión, de modo que la concha cónica que poseen cierre perfectamente cuando el animal se contrae al sentirse amenazado.
Estas cicatrices dejadas se denominan en la literatura inglesa “home scars” y al fosilizar la concha donde se adhieren, esta aparece con marcas circulares llegando a producirse perforaciones durante el proceso de fosilización.
Esto mismo podemos comprobarlo en las costas rocosas de nuestros días, donde las lapas rebajan la roca para que su concha ajuste perfectamente y no dejen resquicio alguno por donde penetrar al interior.
Casei y su equipo argumentan que las alineaciones de los orificios serían puramente accidentales ya que se trataría de alineaciones debidas a posiciones preferidas de las lapas, es decir, cuando el ammonite moría, si la concha quedaba flotando en vertical en la superficie, las lapas pudieron preferir adherirse en la parte superior sumergida.
Lo mismo pudo ocurrir si la concha se hundía y quedaba semienterrada verticalmente; las lapas se podrían alinear justo por encima del substrato.
Con este nuevo enfoque comenzó una controversia que sigue en nuestros días.
Foto 6. Concha de ammonite que presenta numerosas perforaciones que, en principio, no están alineadas. En estos casos, es más probable que hayan sido creados por moluscos Patellogasterópodos (lapas) que horadan el sustrato al que se adhieren para crear una depresión donde cobijarse y para que su propia concha cierre y ajuste sin dejar resquicios.
Ambas teorías tienen sus defensores y detractores; las marcas del contorno de los orificios y el aspecto de la zona circundante colapsada encajan mejor en la teoría de las lapas, pero la alineación de las marcas es cuanto menos cuestionable.
El ammonite debió estar durante un largo periodo de tiempo en las mismas condiciones para que las lapas se adhiriesen y se desarrollasen, lo cual parece improbable.
Otro estudio importante
En 2001, C. Tsujita y G. Westermann reexaminaron más de 150 especímenes de Placenticeras de Alberta (Canadá) y observaron que la separación de los orificios y la distribución de sus diámetros era más consistente con lo que se esperaría si el ammonite hubiera sido atacado por un mosasaurio.
Además, consideran muy improbable que las lapas se establecieran una y otra vez siguiendo líneas rectas que al final formaban una cicatriz en forma de “V”. La concha del ammonite tenía que haber flotado durante mucho tiempo y haber ido cambiando de posición manteniendo la verticalidad.
Estos investigadores fueron un poco más allá en sus deducciones y observaron que, en la mayoría de los ammonites estudiados, la cámara habitación no se ha conservado. En su opinión, el mosasaurio ponía en práctica una elaborada técnica, pues no se limitaba a aplastar la concha sin más.
En su lugar, la mordía repetidas veces de manera intencionada y comedida hasta que empezaba a desmantelarse por su parte más débil: la cámara de habitación. Cuando el cuerpo blando del ammonite quedaba expuesto era devorado evitando así ingerir trozos duros de la concha.
Las pruebas parecen indicar que, los mosasaurios, los superdepredadores marinos de su época, desarrollaron una técnica brutal para cazar ammonites. En ocasiones, sus deterioradas conchas fueron colonizadas por “lapas” que también dejaron su impronta sobre ellas.
Foto 7. Concha de Placenticeras sp. que presenta múltiples perforaciones, algunas de las cuales están alineadas y crean una marca en forma de «V». Este tipo de perforaciones generalmente se atribuyen al ataque de un mosasaurio. Se cree que mordía la concha repetidas veces sin aplastarla del todo. Cuando perdía algunos fragmentos y el cuerpo del ammonite quedaba expuesto daba el mordisco final y lo devoraba. Fotografía por cortesía del Museo de Historia Natural de Houston, Texas, USA.
Bibliografía:
* Case, T., Johnston, P.A., Seilacher, A., Boyce, J.B. 1998. Alleged mosasaur bite marks on Late Cretaceous ammonites are limpet (patellogastropod) home scars. Geology. 26 (10), 947-950
* Kauffman, E.G., Kesling, R.V. 1960. An upper Cretaceous ammonite bitten by a mosasaur. Contributions From the Museum of Paleontology: The University of Michigan. XV (9), 193-248
* Tsujita, C.J., Westermann, G.E.G. 2001. Were limpets or mosasaurs responsible for the perforations in the ammonite Placenticeras? Palaeogeographyc, Palaeoclimatology, Palaeoecology. 169, 245-270
* Para saber más sobre otros tipos de depredadores que tenían los ammonites, te aconsejamos que visites la entrada «Depredación sobre ammonites«.
* Y un vídeo de mi compañero Enrique donde nos enseña algunos detalles de los mosasaurios y tipos de dientes que podemos encontrar en exposiciones.
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